domingo, 2 de diciembre de 2018

La muerte de civiles en la Segunda Guerra Mundial.

Las muertes de civiles en Inglaterra, a causa sobre todo de los bombardeos, fueron unas 70.000. Las muertes de civiles en el epicentro de la carnicería, Polonia, Ucrania, Bielorrusia, los países bálticos y las zonas occidentales de la Unión Soviética, llegaron a sumar cerca de 10 millones. A diferencia de la primera guerra mundial, las muertes de civiles durante la segunda superaron con mucho las de las tropas en combate. En mucha mayor medida que el anterior gran conflicto, ésta fue una guerra en la que se vieron envueltas sociedades enteras. El elevado índice de víctimas mortales entre la población civil fue consecuencia, entre otras cosas, del carácter genocida del conflicto. Pues, a diferencia de la guerra de 1914-1918, el genocidio constituyó la razón de ser misma de esta segunda gran conflagración. Esta guerra constituyó un ataque contra la humanidad sin precedentes en la historia. Fue una caída en el abismo como no se había conocido nunca. Fue una guerra de proporciones apocalípticas.


En Alemania muchos de los civiles muertos fueron víctimas de los bombardeos aéreos aliados que arrasaron las ciudades alemanas. La aniquilación de Dresde en febrero de 1945, con la pérdida de 25.000 vidas, en su inmensa mayoría de civiles, representa simbólicamente el terror llovido del cielo que se abatió sobre las ciudades grandes y pequeñas de Alemania cuando las defensas aéreas se vinieron abajo.
Dresde.1945

El infierno en la tierra resultante, no sólo para las tropas combatientes, sino también para la población civil, fue fruto fundamentalmente de la ideología. Esto es, quién debía vivir y quién debía morir se convirtió en primera instancia en una cuestión ideológica. El terror y las muertes que se infligieron a la población civil en Polonia y a lo largo de toda la guerra en el este así lo reflejaron. La demostración más palmaria de la prioridad ideológica fue la selección de los judíos, entre todas las incontables víctimas de la violencia extrema, como objetivo de lo que pronto se convertiría en un genocidio generalizado.

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