El aprendizaje moral se realiza de forma parecida al aprendizaje lingüístico, asistiendo al comportamiento de personas rodeadas de un fuerte halo de ejemplaridad y tratando de emularlas. Al imitar al modelo entramos en conocimiento implícito de las reglas seguidas por este en su conducta. Ambas cosas, manifiesta Juan Antonio Rivera, la conducta y las reglas, forman parte del mismo lote y, de hecho, lo que capta expresamente el aprendiz es la conducta del modelo, no las reglas subyacentes que la acompañan como sombras. No hace falta que conozcamos teóricamente las reglas por separado, lo que equivale a decir que no es necesario leer manuales de ética o de buenas maneras para comportarse bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario