Hay datos que muestran que el tener menos que los otros hace a la gente infeliz. En un famoso experimento llevado a cabo en la Facultad de Salud Pública de Harvard en 1995 (S. Solnick y D. Hemenway, “Is More Always Better? A Survey on Positional Concerns”) se pedía a un grupo formado por estudiantes y por integrantes del claustro que eligieran entre ganar cincuenta mil dólares al año mientras que todos los demás ganaban veinticinco mil y ganar cien mil dólares al año mientras que otros ganaban doscientos mil. Los investigadores estipularon que los precios de los productos y los servicios serían los mismos en ambos casos, de manera que tener un salario más alto realmente significaba poder poseer una vivienda mejor, comprarse un coche mejor o hacer cualquier otra cosa que quisieran con el dinero extra. Los resultados aclaran que todos esos incentivos materialistas le importan poco a la mayoría de la gente. El 50 por ciento eligió la primera opción, privarse hipotéticamente de cincuenta mil dólares al año tan sólo para mantener una posición de relativa opulencia.
La encuesta Maxwell de 2005 sobre compromiso cívico y
desigualdad le preguntó a la gente si estaba de acuerdo con la siguiente afirmación: “Mientras que en Estados Unidos es posible que las personas comiencen con diferentes oportunidades, el trabajo duro y la perseverancia normalmente son capaces de superar esas desventajas”. Ocho de cada diez estadounidenses estuvieron de acuerdo (trabajo de campo realizado por investigadores de la Universidad de Syracuse),
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