El filósofo francés Henri Hude, ex profesor en el Instituto Juan Pablo II, publica en la revista La Nef que “el racionalismo duro del Occidente moderno, al poner toda la vida sensible fuera de la verdad, dio a la moral un carácter neurótico. A esto siguió una explosión inmoralista a partir de los años 60: primero en sexualidad, con etapas (libertinaje, feminismo a la antigua, homosexualidad, transexualidad y después Dios sabe qué); segundo en economía, con una desregulación neoliberal cada vez más absoluta; tercero en política, con una oligarquía cada vez más férrea. ¿Qué hay de verdad en lo woke y en su denuncia de los poderes (salvo el del Leviatán)? La cultura humanista moderna, por anteponer la libertad a la bondad, la amistad, el amor, la justicia y la verdad, se convierte en una cultura de guerra. Esta cultura traumatiza sobre todo a los más débiles, que se sienten víctimas. Y como todos, incluso los que se creen fuertes, son martirizados por esta cultura, todos se sienten víctimas y buscan la salvación en la insensatez”.
“Lo woke da testimonio de la crisis del humanismo occidental, que se entrega al desenfreno del antihumanismo sin renunciar a la libertad. A principios de la posmodernidad, la gente seguía siendo racional, se apoyaba en estructuras sólidas. Todavía se trataba de "Libertad". Pero cuanto más se desvanecían de la conciencia la fe cristiana y el humanismo moderno, más caía el sexo liberado en la banalidad del mal. Perdía su aura de modernidad corriendo hacia la Libertad y la Igualdad, sobre todo porque es claramente cómplice de la proletarización y la destrucción de las soberanías políticas. La absurda contradicción entre sexo y vida engendra inconscientemente una nueva culpa, neurótica y más profunda. Esta vez, para encontrar la Libertad y recuperar el equilibrio, hay que descender a los infiernos. Esto no está al alcance de todos. Muchos concluyen que la carne es infernal y sueñan con un ideal ascético, aunque pocos están preparados para el ascetismo. Es así como la época de lo woke es la época del método puritano-libertario. Se comprende entonces que la demonización de la carne parezca purificada por la fe woke en una separación total entre carne y espíritu, que vuelve (en teoría) la carne tan ineficaz sobre el espíritu que ésta puede vivir totalmente libre, paralelamente a la serenidad de un espíritu puro y desencarnado, ajeno a la vida, al matrimonio, al parto. Nada de esto es muy nuevo. En eso consistía la religión gnóstica (entre otras muchas) en el siglo III."
“Si un manicomio fuera una democracia y tuviera una religión oficial, elegiría la religión woke. Esto se debe a que, incluso entre las élites, la verdad y la realidad se han convertido en un sufrimiento intolerable para una conciencia individual enamorada de la libertad absoluta y arbitraria. No saldremos de esto sin un replanteamiento profundo del humanismo, dejando de arraigar la razón en la "duda". Solo así encontraremos, no sin ayuda del Cielo, la naturaleza tras los "objetos", las personas tras los "sujetos", el Dios-Absoluto tras el "Sujeto". Y también, la falta detrás de la culpabilidad; detrás de la utopía, la salvación; detrás del superhombre y sus infrahombres esclavos, al único Dios-hombre real, Cristo.”
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