jueves, 2 de enero de 2025

La caída de la dinastía de los Ch’ing constituye una inflexión de la historia moderna

El hecho de que la centenaria dinastía de los Ch’ing cayera finalmente en febrero de 1912 para ser sustituida por una república constituye uno de los verdaderos puntos de inflexión de la historia moderna. El republicanismo había llegado a Asia. Aquello provocó la consternación de los conservadores chinos. Pero supuso también un susto terrible para los japoneses, que, tras la Restauración Meiji, habían establecido en 1889 una Constitución monárquica tomando como modelo la Alemania imperial. Después de miles de años de dominio dinástico, China probablemente no parecía el terreno más propicio para el establecimiento de una república. Como hoy día, tampoco entonces les costó ningún trabajo a los hombres fuertes de China encontrar académicos occidentales dispuestos a afirmar que los valores asiáticos necesitaban un liderazgo autoritario. Pero a lo largo de décadas de trastornos, la transición de la monarquía a la república en China se reveló notablemente duradera. Las primeras elecciones generales chinas de 1913 se celebraron con el derecho al voto únicamente de los varones mayores de veintiún años que poseyeran una instrucción elemental. Pero según los parámetros de la época esa restricción no tenía nada de exagerado. Aun admitiendo que la mayoría del electorado chino no acudió a las urnas, los veinte millones de votos emitidos hicieron de aquella una de las mayores muestras de actividad democrática de las que se tenía noticia. Además, a pesar de la corrupción rampante, el principal partido de la revolución, el Kuomintang, obtuvo una clara mayoría a favor de su programa republicano y parlamentario.

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