Aprender a insultar es todo un arte, ya lo decía Schopenhauer. Se trata del último recurso cuando todas las demás artes de la argumentación han fracasado, cuando no nos queda nada más que hacer o decir, ya sea porque reprobamos tajantemente una conducta, porque nos hemos visto perjudicados por una estupidez o porque, justo y de ninguna manera,no se entienden razones.
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