viernes, 17 de enero de 2025

Democracia connivente

Bruselas es un cubil donde se encuentran en marcha un sinfín de procesos de toma de decisiones, a cual más complejo, y donde las funciones ejecutivas se confunden con las legislativas (al menos treinta y dos procedimientos diferentes, que solo los abogados especializados y los funcionarios con una amplia formación son capaces de seguir). Tres cuartas partes de las decisiones del Consejo, aprobadas sin discusión, se preparan y se presentan antes en los oscuros recesos del Coreper, mientras que, a una escala inferior, ocultas de las miradas del público, las conexiones subterráneas entre las burocracias nacionales y la maquinaria de la Comunidad se multiplican. El 90 por ciento de los grupos de presión que atestan el ampliado sistema de comités de Bruselas son organizaciones empresariales de diversa índole. Por el contrario, los sindicatos, los grupos defensores del medio ambiente, las asociaciones de consumidores, los grupos feministas y otros “grupos de interés público” tan solo representan en conjunto el 5 por ciento. 
“La fragmentación lingüística sigue siendo un obstáculo insalvable para cualquier tipo de interacción simbólica masiva”. La lengua inglesa cada vez se utiliza más, pero no como lengua estándar europea, sino global, de modo que, más que trazar una línea divisoria entre la Unión y el mundo, la borra. La representación política es prácticamente simbólica, en un Parlamento Europeo agrupado en bloques tan heterogéneos que sus divisiones interiores solo se pueden sublimar porque la asamblea es invisible y las deliberaciones tienen pocas consecuencias domésticas. Los así llamados partidos europeos no compiten por obtener recompensas electorales ni tienen una responsabilidad política real. No recogen ni canalizan las exigencias de los ciudadanos como hacen los partidos nacionales, sino que se dedican a debilitarlas y a eliminarlas. El rasgo más destacado de sus representantes es el absentismo. Menos de la mitad de los miembros del Parlamento Europeo se molestan en aparecer por la asamblea cuando se presentan las mociones, mientras que la asistencia media a las votaciones es del 45 por ciento. No es que el PE carezca por completo de relevancia, pues también se ha beneficiado de un ligero avance institucional, en parte involuntario, dentro de las competitivas altas instancias de la Unión. Pero, en la práctica, se ha conseguido aislar el fenómeno central de la UE como proceso político, la “consolidación de la elite”, de cualquier tipo de vigilancia o impugnación popular. Bartolini denomina a este sistema “democracia connivente”, un orden en el cual las elites se aseguran de que el electorado no pueda tomar decisiones en relación con cuestiones a las que no tiene acceso. En un sistema de estas características, los asuntos relacionados con la legitimidad nunca se plantean. Pues la legitimidad implica por definición una serie de principios que la mera actuación, capaz, como mucho, de lograr un consentimiento pasivo,no puede nunca sustituir. El orden resultante es incoherente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario