domingo, 26 de enero de 2025

El hombre contemporáneo no piensa realmente que con el amor crea algo

La frase del poeta griego en la Antígona: “Hay muchas cosas asombrosas en el mundo, pero nada es más asombroso que el hombre”, ya no tiene para nosotros auténtica significación. El cohete lunar nos parece con frecuencia mucho más asombroso que el pequeño hombre, y en cierta manera creemos que con nuestros inventos modernos hemos creado cosas mucho más maravillosas que Dios cuando creó al hombre.
El hombre contemporáneo no piensa realmente que con el amor crea algo. Sólo le preocupa en general y casi exclusivamente ser amado, no poder amar él mismo y, por lo tanto producir con su amor el amor de los demás y dar así a luz en el mundo algo nuevo, no existente con anterioridad. Por ello opina que ser amado es una gran casualidad, o que se lo logra comprando todo lo posible, lo que lleva presuntamente a obtener el amor de los demás, desde el dentífrico correcto hasta un traje elegante o el automóvil más caro. Ahora bien, lo que pasa con el dentífrico o el traje no lo sé muy bien, pero es lamentablemente un hecho que muchos hombres son amados debido al magnífico automóvil que poseen. Debemos añadir que también hay muchos hombres que se interesan más por el auto que por su mujer. Y entonces todo vuelve aparentemente a estar en orden, salvo que ambos en poco tiempo llegan a hastiarse e inclusive a odiarse, porque se han engañado mutuamente o se sienten defraudados. Creían ser amados, mientras que en realidad mantenían una ficción pero no practicaban ningún amor activo, escribe Erich Fromm, psicoanalista y psicólogo social alemán.

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