Nietzsche se dio cuenta de que una convivencia social asentada sobre la lucha por el poder genera resentimiento. A quien piensa que los demás le deben algo que no le reconocen se le pone un rictus justiciero y va por la calle enrabiado, ceñudo.
“El resentimiento tiene otras repercusiones, escribe José María Carabante. Los resentidos tienen una incapacidad manifiesta para admirarse.La admiración es lo que hace que contemplemos el mundo desde el prisma del milagro, del don. El resentido es sordo al por qué. Mientras que la admiración abre, explaya, difunde y engrandece, el resentimiento es la fuerza que encorva, que subyuga, que nos ensimisma y nos impide encontrarnos con las mañanas del mundo.”
“El resentimiento tiene otras repercusiones, escribe José María Carabante. Los resentidos tienen una incapacidad manifiesta para admirarse.La admiración es lo que hace que contemplemos el mundo desde el prisma del milagro, del don. El resentido es sordo al por qué. Mientras que la admiración abre, explaya, difunde y engrandece, el resentimiento es la fuerza que encorva, que subyuga, que nos ensimisma y nos impide encontrarnos con las mañanas del mundo.”
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