La intención de la pornografía actualmente es incitar la excitación del que lo consume, no la apreciación de la belleza. Y la intención no es solo provocar al consumidor, sino aptarlo para que sea un usuario frecuente. Es la transformación del sexo en producto de consumo, en lugar de ser una experiencia humana y compartida. Playboy era una representación sugerente, lo que se llamaba pornografía soft. Ahora es completamente explícito. Y más allá. La pornografía se ha convertido en un menú a la carta en que cabe todo tipo de denigración, todo tipo de perversión, incluso la violencia, la violación, el incesto y parafilias o zoofilias. Y no hace falta adentrarse en la deep web para acceder a pornografía de violación o de incesto; la encuentras fácilmente en Google, o al cabo de un par de navegaciones por Internet…¿Durante cuántas horas estaba expuesto un adolescente a una revista de Playboy? Tampoco era tanto tiempo. Además, con aquel tipo de exposición, no te quedaba más remedio que dar rienda suelta a la imaginación para desarrollar tu propia fantasía. Pero la pornografía actual es una pornografía en la que se pueden pasar horas y horas consumiendo. De hecho, hay adolescentes que pasan más de mil horas, cuando tienen un uso problemático en los siete años más clave de la adolescencia. Además, el tipo de pornografía al que están expuestos no es una imagen sugerente, sino que es un vídeo completamente diseñado para impactar a nivel cerebral, para activar todo el componente de recompensa del cerebro, lo cual produce dependencia, manifiesta el médico especialista en Sexología Clínica Alejandro Villena.
Cuando los adolescentes, cuenta Villena, comparan ese ideal sexual, derivado de la pornografía, con su sexualidad real, se provoca una frustración muy alta y una presión de rendimiento que muchas veces se traduce en el impacto en la propia relación sexual. A veces hay dificultades para alcanzar la excitación, para llegar al orgasmo. Somos la sociedad con peores relaciones sexuales de la historia; en los adolescentes hay más disfunciones sexuales que nunca, y menos fantasías sexuales. Los consumidores de pornografía tienen dificultades a la hora de excitarse y relacionarse porque se han acostumbrado a una manera muy digital y muy artificial de vivir la sexualidad. Según los estudios, a mayor uso de pornografía, mayor probabilidad de violencia, de agresividad verbal y física, estereotipos de género, visión de la mujer como un objeto, tendencia a culpar a la víctima de una violación en lugar de al agresor… La pornografía incorpora una narración de mujer sometida y provocativa, una narración donde el hombre es el dominante.
Cuando los adolescentes, cuenta Villena, comparan ese ideal sexual, derivado de la pornografía, con su sexualidad real, se provoca una frustración muy alta y una presión de rendimiento que muchas veces se traduce en el impacto en la propia relación sexual. A veces hay dificultades para alcanzar la excitación, para llegar al orgasmo. Somos la sociedad con peores relaciones sexuales de la historia; en los adolescentes hay más disfunciones sexuales que nunca, y menos fantasías sexuales. Los consumidores de pornografía tienen dificultades a la hora de excitarse y relacionarse porque se han acostumbrado a una manera muy digital y muy artificial de vivir la sexualidad. Según los estudios, a mayor uso de pornografía, mayor probabilidad de violencia, de agresividad verbal y física, estereotipos de género, visión de la mujer como un objeto, tendencia a culpar a la víctima de una violación en lugar de al agresor… La pornografía incorpora una narración de mujer sometida y provocativa, una narración donde el hombre es el dominante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario