viernes, 20 de octubre de 2023

El Estado otomano siempre se mantuvo como un extraño ante la cultura europea

El Estado otomano, que ocupó el sudeste de Europa durante quinientos años, permaneció en el continente sin llegar nunca a identificarse con su sistema social y político. Siempre se mantuvo como un extraño ante la cultura europea, como una intrusión islámica en el seno de la cristiandad y, hasta nuestros días, ha planteado a las historias unitarias del continente problemas irresolubles de presentación. Maquiavelo, en la Italia de principios del siglo XVI, fue el primer teórico que utilizó al Estado otomano como antítesis de una monarquía europea. En dos páginas centrales de El Príncipe definió a la burocracia autocrática de la Puerta como un orden institucional que la separaba de todos los estados de Europa.


Sesenta años después, entre los sufrimientos de las guerras de religión en Francia, Bodin desarrolló una comparación política entre las monarquías limitadas por el respeto hacia las personas y los bienes de sus súbditos y los imperios que tenían un dominio ilimitado sobre ellos. Los primeros representaban la soberanía real de los estados europeos; los segundos, el poder señorial de despotismos tales como el Estado otomano, que eran esencialmente extraños a Europa. En la Inglaterra de principios del siglo XVII, Bacon subrayaba que la distinción fundamental entre los sistemas europeo y turco era la ausencia de una aristocracia hereditaria en el reino otomano. Harrington acentuó los fundamentos económicos del imperio otomano como línea divisoria básica entre los estados europeos y el turco, el monopolio jurídico del sultán sobre la propiedad de la tierra era la verdadera nota distintiva de la Puerta…..A principios del siglo XVIII, Montesquieu repetía con fidelidad su descripción del Estado turco: “El Gran Señor concede la mayor parte de la tierra a sus soldados y dispone de ella a su voluntad; puede tomar toda la herencia de los funcionarios de su imperio. Cuando un súbdito muere sin descendencia masculina, sus hijas se quedan con el mero usufructo de sus bienes, porque el señor turco adquiere la propiedad de ellos; en consecuencia, la posesión de la mayor parte de los bienes de la sociedad es precaria.No hay ningún despotismo tan perjudicial como aquel cuyo príncipe se declara propietario de todas las posesiones territoriales y heredero de todos sus súbditos, la consecuencia inevitable es el abandono del cultivo y, si el soberano se inmiscuye en el comercio, la ruina de toda la industria”.
Referencia:El Estado absolutista de Perry Anderson


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