Hans Christian Andersen |
Silvia Knobloch-Westerwick, profesora de Comunicación, y sus colegas en la Universidad Estatal de Ohio, llevaron a cabo una investigación que demostró que, contra la creencia popular, ver películas tristes o trágicas hace a la gente más feliz, ya que la obligan a enfocarse en los aspectos más positivos de su vida. Tienden a hacer que la gente reflexione sobre sus propias relaciones con agradecimiento y una perspectiva nueva, y que se sienta más afortunada y más en contacto con su humanidad. Finales de cuentos de hadas Hans Christian Andersen es, quizá, el autor más famoso de la historia de Dinamarca. Es el escritor y padre intelectual de los clásicos cuentos de hadas “La sirenita”, “El patito feo” y “El traje nuevo del emperador”, solo por nombrar algunos. Son cuentos que se conocen en todo el mundo, pero lo que la mayoría de la gente no sabe es que los cuentos de hadas de Andersen no tienen el final feliz al que estamos acostumbrados; en realidad, sus cuentos son tragedias. La sirenita, por ejemplo, no se queda con el príncipe, sino que se convierte en espuma por la tristeza que la inunda.Los daneses creen que las tragedias y cualquier evento que genere tristeza son algo de lo que debe hablarse. Aprendemos más sobre nuestro carácter en las derrotas que en el éxito; por ende, es importante analizar todos los aspectos de la vida. Esto resulta mucho más auténtico y ayuda a desarrollar la empatía y un respeto más profundo hacia la humanidad. También a sentirnos agradecidos por las cosas más pequeñas que a veces damos por sentado al enfocarnos demasiado en crear una vida de cuento de hadas.
Para los daneses la autenticidad comienza cuando comprendemos nuestras emociones. Si enseñamos a nuestros hijos a reconocer y a aceptar sus verdaderos sentimientos, ya sean buenos o malos, y a actuar conforme a sus valores, no los derrumbarán los desafíos y los momentos difíciles de la vida. Sabrán que han actuado correctamente, conforme a sus creencias, y reconocerán sus límites para poder respetarlos. Educar con autenticidad es el primer paso para enseñar a los niños a ser valientes y honestos consigo mismos y con los demás. Convertirte en un modelo de equilibrio emocional a seguir será una gran herramienta en el momento de educar. La honestidad emocional, más que la perfección, es lo que un niño verdaderamente necesita de sus padres. Los niños siempre están observando cómo experimentas el enfado, la felicidad, la frustración, la alegría, el éxito y cómo los proyectas hacia el resto del mundo. Tenemos que ser un ejemplo de honestidad para nuestros hijos y hacerles ver que está bien sentir todas sus emociones.La autenticidad es buscar en tu corazón y en tu interior lo que es correcto para ti y para tu familia, y no tener miedo de seguir ese camino hasta conseguirlo, escribe Jessica Joelle Alexander.
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