Los escolares de Mónaco están obligados a aprender monegasco, que es un idioma prácticamente extinto, con menos de cien hablantes registrados (que, además, tienen el francés como primera lengua); sin tradición literaria, más allá de un puñado de poemas mediocres, y sin periódicos, radios ni televisiones. Lingüísticamente, ni siquiera es un idioma, sino una variante del ligurio, que a su vez es un dialecto del italiano. Sin embargo, desde 1976, es una materia obligatoria del currículo escolar de Mónaco. Los niños de Mónaco tienen que aprenderse las conjugaciones y los cuatro versos patrioteros de un idioma muerto y sepultado, muestra la esquizofrenia sobre la que se levanta la cultura europea de hoy.
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