Monumento a los liberales del siglo XIX |
Las prácticas nucleares de un orden político liberal son la tolerancia religiosa, la libertad de debate, las limitaciones al comportamiento policial, las elecciones libres, el gobierno constitucional basado en la separación de poderes, la inspección pública de los presupuestos del Estado para evitar la corrupción y una política económica comprometida con el crecimiento sostenido basado en la propiedad privada y la libertad de contrato. Las cuatro normas o valores nucleares del liberalismo son la seguridad personal (monopolio de la violencia legítima por agentes del Estado, estos últimos sometidos al control y la regulación de la ley), imparcialidad (un único sistema legal que se aplica a todos por igual), la libertad individual (una amplia esfera de libertad con respecto a la supervisión colectiva o del Estado, lo que incluye la libertad de conciencia, el derecho a la diferencia, el derecho a perseguir ideales que el prójimo pueda considerar equivocados, la libertad de desplazamiento y emigración, etc.), y la democracia, o derecho a participar en la elaboración de las leyes por medio de elecciones y la discusión pública mediante el concurso de una prensa libre. Que el desacuerdo público sea una fuerza creadora puede haber sido el principio liberal más novedoso y radical de la política liberal, escribe Stephen Holmes, profesor de derecho en la Universidad de Nueva York.
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