Uno de los tópicos más escuchados reza así: ¿qué mundo queremos dejar a nuestros hijos? Señala el filósofo francés Pascal Bruckner que la pregunta verdaderamente adecuada y relevante sea más bien ¿cómo queremos que sean nuestros hijos, esos que tendrán que afrontar el mundo imperfecto y problemático de mañana? Porque nuestra capacidad de influir en el mundo es limitada incluso en el más optimista de los casos, por la concurrencia de tantos otros factores, mientras que orientar la formación de nuestros hijos (de los niños y adolescentes de quienes tenemos responsabilidad) es algo más a nuestro alcance y que además entra en el campo directo de nuestras obligaciones.
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