El historiador español Pío Moa escribe en su libro Europa que todo poder descansa sobre dos pilares, la legitimidad y la fuerza. La primera identifica al poder con el orden social y la capacidad de mantenerlo; y la segunda permite hacerlo eficaz contra sus enemigos.
Los pensadores de la España visigoda cifraban la legitimidad del rey en su capacidad para hacer justicia, asegurando con ella la paz y prosperidad del pueblo. Justicia significaba equilibrio entre los muchos y contrapuestos intereses sociales.
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