León Trotsky |
Trotsky descalificó como “las patrañas papistas y cuáqueras la santidad de la vida humana”, una visión que respaldó con las ametralladoras apuntando a las espaldas de sus propias tropas. Para los marxistas, la ética era una rama de la metafísica, un artificio superestructural bajo el que se camuflaba un orden social injusto. Bujarin escribió que la construcción del comunismo podía compararse con un carpintero cuando fabrica un banco, que todo lo que es conveniente es a su vez necesario: “La “ética” se transforma a sí misma para el proletariado, paso a paso, en unas normas de conducta simples y comprensibles necesarias para el comunismo, de modo que, de hecho, deja de ser ética”.
Para el bolchevismo, el valor moral supremo lo representaba
el partido como fuerza motriz de la lucha de clases; cualquier cosa que obstruyera o se resistiera a la marcha del progreso era, a priori, mala. “Todo lo que sirve a la revolución mundial es moral, y todo lo que sirve para dividir las filas del proletariado, desorganizarlo y debilitarlo, es inmoral”. Los conceptos de asesinato y robo fueron sustituidos por los de liquidación y expropiación.
Lenin y Trotsky |
Mucho antes de Stalin, los bolcheviques habían tratado agresivamente de destruir la Iglesia ortodoxa, sus monjes y sacerdotes obstaculizaban el acceso del partido a las mentes de la mayoría campesina, y les proporcionaba una versión de la existencia humana y un código moral que era diametralmente opuesto a la retórica progresista del marxismo.
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