Terremoto de Lisboa de 1755 |
Susan Neiman y Jean-Pierre Dupuy sugieren que el terremoto, el fuego y el maremoto que destruyeron Lisboa en 1755 marcaron el inicio de la filosofía moderna del mal. Los filósofos modernos separaron los desastres naturales de los males morales, estableciendo la diferencia precisamente en el capricho de los primeros (ahora refundido en ceguera) y la intencionalidad o determinación de los segundos. Neiman señala que, “desde Lisboa, los males naturales ya no tienen relación alguna con los males morales, puesto que ya no tienen significado en absoluto”.
Auschwitz |
Así resume Neiman las lecciones impartidas por los dos siglos que separaron Lisboa, el detonante de las ambiciones modernas, de Auschwitz, el acontecimiento que las derrumbó. Lisboa reveló la lejanía entre el mundo y los seres humanos; Auschwitz reveló la lejanía entre los seres humanos y ellos mismos.
Zygmunt Bauman |
“Los seres humanos, dice Bauman, podían abrigar la esperanza de congraciarse ante los ojos de Dios, e incluso protestar contra los veredictos divinos exponiendo y negociando sus argumentos, pero no tenía sentido tratar de debatir y negociar con la naturaleza desencantada en la esperanza de obtener gracia. No obstante, se había despojado de subjetividad a la naturaleza no con el fin de restaurar y salvaguardar la subjetividad de Dios, sino para allanar el camino hacia una deificación de Sus sujetos humanos”.
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