El denominado método socrático: Sócrates empezaba presentándose como alguien que no sabía nada y preguntaba a su interlocutor, aparentemente seguro de sí mismo, cosas obvias como “¿No es, Critias, el escultor anterior a la estatua?. Y Critias respondía: Obviamente”, después hacía que su interlocutor se enredara en contradicciones, que resbalara, para acabar mostrándole, cuando éste estaba ya totalmente desorientado y desmoralizado, que la presunta seguridad de sus opiniones no era más que una forma mitigada de ignorancia. Este principio de esta autodestrucción dirigida se conoce por el nombre de ironía socrática. Se trata de un método muy espectacular y que deja profundas huellas en quien lo sufre. Pero también muestra claramente en qué consiste la filosofía; en convertir en un problema lo que parece obvio y en romper el automatismo de las propias percepciones; y, de esta manera, desmontar el mundo para volver a construirlo bajo el control de la lógica (como más tarde hará Descartes con su duda metódica). La filosofía ayuda a dar a luz al pensamiento independiente.
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