Escribe el historiador Angel David Martín Rubio que “lo que suele definirse como “represión” es algo que se dio en ambas retaguardias durante la Guerra Civil y que se ha definido como “el conjunto de actos coercitivos, emanados de la instancia que ejerce el poder, sobre la población no adicta o neutral, con la finalidad última de evitar y castigar posturas o actuaciones político-sociales y/o de respaldar la implantación de un orden de cosas distinto”. Pero sólo en una de las zonas, la llamada “republicana”, se encontraban razones de tipo religioso entre las motivaciones de esa persecución a los disidentes.Los edificios destinados al culto (iglesias, ermitas y conventos) fueron por regla general convertidos en cárceles, casas del pueblo, almacenes, garajes, cuadras, etc. y sufrieron daños de diversa consideración, aunque en su mayoría reparables. El contenido de esos templos fue saqueado y quemado entre escenas sacrílegas, burlas, profanaciones, parodias de las ceremonias religiosas y realización de hechos incalificables con las imágenes y hasta los cadáveres enterrados.”
“Hubo situaciones tan dramáticas como la que se vivió en el Hospital-Asilo de San José de Carabanchel Alto (Madrid) regido por los Hermanos de San Juan de Dios. El 1 de septiembre de 1936, guardias de asalto y milicias interrumpieron a los religiosos en su tarea de servir la comida a los enfermos y detuvieron a doce de ellos, que fueron inmediatamente asesinados en Boadilla del Monte (Madrid). El asilo quedó incautado y en los primeros días de noviembre, ante el avance de las fuerzas llamadas nacionales, las milicias abandonaron el edificio, pero antes resolvieron asesinar a los epilépticos asilados. Cuando trataban éstos de esconderse en los refugios, los milicianos dispararon sobre ellos, matando a trece de estos enfermos, cuyos cadáveres quedaron tendidos en las aceras y paseos del establecimiento.”
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