Mucho, mucho antes, en el origen de todas las cosas, hace unos 13.700 millones de años según los últimos cálculos, la mesa ya estaba servida para el nacimiento de nuestro planeta. Ese momento de creación sigue siendo el más elusivo e incomprensible, el evento más definitivo en la historia del universo. Se trató de una singularidad, una transformación de nada a algo que sigue estando fuera del alcance de la ciencia moderna o de la lógica de las matemáticas.
En el comienzo todo el espacio, toda la energía y toda la materia nacieron a partir de un vacío inescrutable. Nada. Luego algo. Esta idea escapa a nuestra capacidad de elaborar metáforas. Nuestro universo no apareció donde sólo existía el vacío, porque antes no había volumen y no había tiempo. Nuestro concepto de la nada implica el vacío; antes no existía nada que contuviera el vacío. Entonces, en un instante, no sólo había algo sino todo lo que podría existir, todo al mismo tiempo, escribe Robert Hazen, que imparte la materia de Ciencias de la Tierra en la George Mason University.
No hay comentarios:
Publicar un comentario