jueves, 26 de diciembre de 2024

En la cultura light el hombre ya no puede aspirar a ser mejor

Las leyendas de la Grecia clásica, los libros caballerescos o la poesía romántica son expresiones de la dualidad de la vida humana, sometida a la tensión de los hechos y los valores, cuya conciliación es el objeto de toda tarea moral.Hay en la cultura de nuestros días una tendencia a anular esta tensión en beneficio de lo fáctico. Marcuse denunció esta singular reducción del deber al ser, cuya consagración de la normalidad no puede ser entendidas más que como un fracaso moral. Los nuevos héroes de la cultura light han adulterado la idea de normalidad; el hombre ya no puede aspirar a ser mejor, sino a ser “normal”. Y el sistema sociocultural castiga el inconformismo con el ridículo y la derrota. La moral ya no es más que una racionalización de lo que se desea, no implica ninguna exigencia personal, ya que ha desaparecido la tensión entre lo deseado y lo debido, entre lo dado y lo posible. La ética de la normalidad tiene en la estadística el sustituto funcional de la conciencia. Favorece la configuración de un individuo anodino que reproduce las valoraciones y los modos de comportamiento más extendidos. El único criterio de valor disponible es la vigencia social. Desde este entramado cultural, toda rebelión resulta un espejismo y la moral una mera regla de urbanidad, un lubricante social o una simple actitud estética.
Una civilización presidida por la ética de la normalidad castiga cuando se instala al margen de lo convenido o lo consiente, como un narcisismo del yo al que se ha privado de contenido.
Referencia:Libertad como pasión  de Daniel Innerarity. 

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