Cuando asesinaron a Antonio Cánovas del Castillo en el balneario de Santa Agueda en Guipúzcoa, Luis Arana Goiri escribió que “hoy es un día de luto para España y de fiesta para los vascos. De luto porque han asesinado a uno de sus próceres y de fiesta porque el muerto es el mayor enemigo de nuestras libertades en toda nuestra historia”. El 8 de Agosto Cánovas tras oír misa en la parroquia del pueblo, se acomodó en el jardín del balneario y se puso a leer el periódico. Un anarquista, Miguel Angiolillo de 26 años, se le acercó y le disparó cuatro balas. El segundo disparo acertó en la carótida, y le quitó la vida.
En Vizcaya el magnicidio fue celebrado con champán en los círculos nacionalistas, que veían deshacer con su figura “al gran enemigo de nuestras libertades tradicionales” y no al político que siempre estuvo dispuesto a buscar un arreglo ventajoso para los nacionalistas vascos, siempre que las Provincias Vascongadas asumieran sus deberes.
Referencia:Los mitos del nacionalismo vasco de José Diaz Herrera
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