Monumento a Martín Lutero en Alemania. |
Lutero opinaba que los cristianos no combaten con la espada o el arcabuz. Sus armas son la cruz y la paciencia. Y si la autoridad que los oprime es realmente injusta, pueden estar sin temor: Dios le hará expiar duramente su injusticia. Mientras tanto, que se dobleguen, obedezcan y sufran en silencio.
Lucien Febvre |
Sin embargo cuenta Lucien Febvre que Lutero en diciembre de 1522, en el tratado De la autoridad secular, declara con energía: el juez debe ser duro, el poder implacable, la represión llevada sin falsa sensiblería hasta la crueldad: porque la misericordia no tiene nada que ver con el mundo temporal.
El proscrito de Worms, el hombre puesto solemnemente fuera de la ley de Dios y del Emperador, declara sin rodeos: “Un hombre que puede ser convicto del crimen de rebeldía está fuera de la ley de Dios y del Emperador; y todo cristiano puede y debe degollarlo y hará bien en hacerlo…. Es un perro rabioso. Si no lo matan, mata”.
Lutero rebelándose ante la idea de que la voluntad humana pudiera limitar en cualquier medida la voluntad divina y suplantarla, por un movimiento propio de su genio, saltó bruscamente a los extremos. Negó el libre arbitrio, pura y simplemente.
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