El conocimiento de Dostoievski de la naturaleza humana es una ilustración perfecta de nuestras ideas modernas sobre el ser humano, esa compleja amalgama de cualidades que no puede reducirse a nada más.
Sin embargo, en Dostoievski el personaje se ha vuelto mucho más fuerte y determinante que cualquier otro aspecto de la vida; domina la novela y deja un sello indeleble en ella. Leemos a Dostoievski para entender a los protagonistas, no la vida en sí. Leer y debatir sobre Los hermanos Karamázov,
esa gran novela, se convierte, a través de los tres hermanos y su medio hermano, en un debate sobre cuatro tipos de personas, cuatro tipos de personajes. Al igual que Schiller cuando cavila sobre tipos de personaje sentimentales e ingenuos, cuando leemos a Dostoievski nos absorbe por completo. Pero al mismo tiempo pensamos: “La vida no es exactamente así”.
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