Existe una variada oferta de revistas para adolescentes que está expresamente dirigida a las chicas. En un brillante análisis del retorcido mensaje de las revistas de adolescentes, Amalia González observa cómo se mezcla la idea de modernidad y transgresión con los modelos femeninos más rancios y pasivos. Lo primero que señala es la falta de reciprocidad. Las chicas cuentan con una abundante bibliografía de revistas para formarlas en los temas de imagen, sexo y amor, mientras los chicos no disponen de publicaciones paralelas, pues las dirigidas a ellos son de videojuegos, fútbol, motor, y también las pornográficas. En estas revistas para chicas observamos la combinación de libertad y desenfado sexual con la reproducción de estereotipos tradicionales. La jovialidad que rezuman estas revistas convierte cualquier situación en mero problemita que siempre tiene final feliz marcado por la venida de algún redentor. Todas las secciones están enfocadas a cómo tener éxito con los chicos a los que se pinta como tipos un poco
bobos a los que se puede seducir. Todo es alegre, jovial y festivo si te vistes a la moda, eres mona y no tienes prejuicios. Si hay algún revés, este figura en los apartados de los testimonios o historias excepcionales, pero al final el amor todo lo salva. Amalia González señala que el consejo destinado a las chicas que salen con chicos las insta a mantener una postura activa, pero con mucho cuidado de no molestarlos, porque si se molestan se pueden ir. Hay que operar con cautela. Así, en las pautas que dan para cuando una chica y un chico empiezan a salir juntos, se dice que la chica ha de usar sus armas de mujer para poder tener éxito. A los chicos hay una serie de preguntas que plantearles al inicio de una relación, pero deben ser formuladas de una manera velada, porque “el género masculino suele asustarse cuando intuye que su ligue o chica quiere informarse sobre temas muy personales y los ataques paranoicos ante el compromiso son muy habituales”. Son “preguntas imprescindibles que debes
hacer a tu chico”, pero han de hacerse “¡sin que se dé cuenta!”. Las preguntas personales que las revistas citan son: si sale con otras chicas, cómo son sus amigos, si se ha hecho las pruebas del sida y qué piensa del futuro de la relación. Las chicas no pueden preguntar abiertamente, porque los chicos “se pueden asustar”. Para que los chicos no se asusten, la revista en cuestión recomienda unas “estrategias del débil”. Fíjense en la estrategia para la cuarta y última pregunta: “¿crees que lo nuestro tiene futuro?”. Veamos el rodeo porque, obviamente, no puede preguntarse así, pregúntale entre risas si eres el tipo de chica con la que compartiría su vida… lo lógico es que te siga la broma y fantasee sobre un futuro contigo. Evidentemente, esto no te da ninguna garantía, pero el hecho de que no te haya puesto mala cara indica que, además de que el chico tiene buen sentido del humor, la vuestra es una relación sólida. Resulta de sumo interés, dice Amalia Gonzalez, para ver el modelo de relación que propone las revistas el consejo de que la chica ha de esperar el momento oportuno para hacer preguntas que no molesten. No es que despreciemos las habilidades comunicativas en la relación, sino el hecho de que estas descansen en la chica, al entrenarla en comprender que el chico tiene miedo al compromiso, a la vez que ella desea este mismo compromiso. En definitiva, las preguntas son “imprescindibles”, pero hay que hacérselas veladamente y, por tanto, podemos quedamos sin respuesta. ¿No es esto una manera de educar en el conformismo, la pasividad, paciencia y en la esperanza de un varón que se convertirá en salvador gracias al amor, características todas ellas típicas del arquetipo de las mujeres sumisas? La vieja idea del príncipe azul sigue operando. Eso sí, ya no hay que recostarse a esperar, hay que actuar: enamórate, consigue al chico (nosotros te damos la estrategia) y ¡ya no hay problemas!
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