Juana de Arco |
Cuenta el profesor de la Cierva que lo peor de la Baja Edad Media está representado por el tribunal inicuo que condenó a santa Juana de Arco por bruja, hereje y diabólica; ateniéndose a un dictamen de la Universidad de París que llegaba a dar el nombre de los tres demonios que poseían a la Doncella. Esto significa que la gloriosa Escolástica racional estaba ya prostituida y degradada; que la Iglesia y la Inquisición de Francia vivía abyectamente sometida al poder de Inglaterra; y que el propio poder de Inglaterra, entonces en manos del cardenal bastardo Enrique de Beaufort, verdugo de Juana de Arco, albergaba una confusión de Iglesia y Estado que tenía minada en lo más hondo la entraña de la Iglesia inglesa.
Fue precisamente en el ámbito del poder donde ya desde
los siglos XIV y XV se inició el movimiento general de la secularización, que se concretaría certera y brutalmente en “El Príncipe” de Maquiavelo. Pero la secularización del poder se aplicó inmediatamente a la secularización del patrimonio eclesiástico; los reyes y príncipes ponían la mira en los cuantiosos bienes de la Iglesia y sus instituciones, como había hecho Felipe el Hermoso a principios del siglo XIV al suprimir a los Templarios poco después de expulsar y expoliar a los judíos.
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