Internet se desarrolló en un entorno seguro, gracias a los fondos públicos y a un proyecto de investigación orientado hacia el cumplimiento de una misión de interés nacional. Pero fue un entorno que no sofocó la libertad de pensamiento e innovación. El mundo de la empresa no podía permitirse el largo rodeo necesario antes de poder obtener aplicaciones lucrativas de un plan tan audaz. Por otra parte, cuando los militares anteponen la seguridad a cualquier otra consideración, como pasó en la Unión Soviética y como podría haber pasado en Estados Unidos, es imposible que sobreviva la creatividad. Y cuando el gobierno o las empresas de servicios públicos siguen sus instintos burocráticos básicos la adaptación se antepone a la innovación. Las semillas de Internet se plantaron en la tierra incierta de los espacios relativamente libres, cuenta el profesor Castells, pero ricos en recursos, proporcionados por ARPA, las universidades, los think-tanks innovadores y los grandes centros de investigación.
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