La mitad de la población de Bélgica, los flamencos que hablan neerlandés, lo ha dividido y federalizado hasta aproximarlo a la extinción, mientras que la otra mitad, los valones francófonos,no tienen un identidad distintiva.
Bélgica tiene dos rasgos que la distinguen. En primer lugar, el sistema de patronazgo generalizado, que comienza en los ayuntamientos y llega hasta lo más alto del Estado, ha dejado a los partidos políticos reducidos a vehículos para la distribución de favores personales.En segundo lugar, la mitad septentrional del país (Flandes, Amberes, Limburgo, buena parte de Brabante y la región en torno a Bruselas), se habla neerlandés; en la mitad meridional (Valonia, que se extiende desde Hainault en el oeste hasta Luxemburgo en el este), francés.
El Estado nacional, dice el profesor Judt, conserva la responsabilidad de la defensa, los asuntos exteriores, la seguridad social, el impuesto sobre la renta y la deuda pública, así como los tribunales penales. Pero los flamencos están exigiendo que las competencias sobre la tributación, la seguridad social y la justicia pasen a las regiones. Si así se hace, el Estado unitario en realidad habrá dejado de existir.
Bélgica ya no es un Estado, ni siquiera dos, sino un parche desigual de autoridades que se solapan y duplican. Formar Gobierno resulta difícil: requiere acuerdos multipartidistas entre las regiones y dentro de ellas, “simetría” entre coaliciones de partidos nacionales, regionales, comunitarias, provinciales y locales, así como una mayoría suficiente en los dos grandes grupos lingüísticos y paridad lingüística en cada nivel político y administrativo. Y el Gobierno, una vez formado, tiene poca iniciativa. Incluso la política exterior,que en teoría es competencia del Gobierno nacional, en realidad está en manos de las regiones, pues en el caso de Bélgica significa principalmente acuerdos comerciales, y éstos son una prerrogativa regional.
Al no haber control gubernamental, no es sorprendente la gran incidencia de la corrupción y el soborno a alto nivel. Bélgica se ha hecho tristemente famosa como terreno de actuación de sofisticados delincuentes de cuello blanco, dentro y fuera del Gobierno.
Reyes de Bélgica |
En la actualidad, Bélgica está unida por poco más que el rey y la sensación colectiva de que las cosas no pueden seguir como hasta ahora.No es sorprendente que se haya sugerido, sigue diciendo el profesor Judt,que Bélgica podría desaparecer. ¿Importaría? ¿A quién? Bélgica podría ser un recordatorio útil de que también puede haber demasiado poco estado.
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