Guillermo de Orange |
Los pueblos no gustan de ser gobernados por reyes lejanos. Carlos V era un rey flamenco, y aunque se enamoró de España y allí quiso morir, pronunció su discurso de despedida en Flandes, apoyando la mano precisamente en el hombro de un joven caballero que se llamaba Guillermo de Orange. Su carácter abierto, alegre era el que gustaba a los flamencos.
A Felipe II no le divertía nada la forma de ser de los flamencos, ni sus risas ni sus borracheras. Empezó todo con la cuestión de los obispados. Una reforma religiosa que pretendía quitar autoridad a los obispos y dársela más al rey, pero que, por otro lado, tenía mayor lógica administrativa. La gente teme que algunos obispos sean ex inquisidores… y quieran implantar el Santo Tribunal en los Países Bajos. El calvinismo se abre camino en las conciencias flamencas. Y un día hay un asalto a las iglesias y se destrozan imágenes. Algo hoy doloroso, algo, entonces, monstruoso para la mentalidad de un Felipe II. Margarita de Parma, muy fiel al rey pero demasiado enraizada en el país, es sustituida por la línea dura; el halcón, como diríamos hoy, se llama Fabrique de Toledo, pasado a la historia como gran duque de Alba. Llega con sus tercios a Flandes.
Felipe II |
Los culpables más importantes han sido ejecutados. Son los nobles Egmont y Horn. Y ahora el duque no habla con la ligereza que usaba al tratar de los castigos anteriores. Los condes son de su clase, los condes son caballeros, no burgueses. El duque de Alba mataría tantas veces como se le fuera ordenado a unos traidores al rey, pero no puede ver con indiferencia que la viuda de uno de ellos se quede en la miseria, es decir, en situación que no corresponde a su categoría social: … el sábado a las cinco se degollaron en la plaza de la villa los condes Egmont y Horn… yo he grandísima compasión a la condesa de Egmont y a tanta gente pobre como deja. Suplico a V. M. se apiade de ellos y les haga merced con que puedan sustentarse, porque con la dote de la condesa no tiene para comer un año… la condesa tienen aquí por una santa mujer. ¿Hipocresía? De ninguna manera. El duque distingue perfectamente lo que es su deber y lo que es su sentimiento.
A pesar de todo ello los flamencos prefirieron quedarse con el Rey de España que con los holandeses calvinistas. Cuando mas tarde tuvieron que juntarse con los holandeses lo hicieron a regañadientes, hasta que en 1.830 Bélgica reconquistaba su independencia.
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