Al-Mansur, conocido por los cristianos como Almanzor, fue el caudillo musulmán mas temido de su tiempo y cuyas victorias sirvieron para frenar el avance de los reinos cristianos. Nació en el año 942 en Torrox, cerca de Algeciras.
Almanzor llego a Santiago de Compostela, la arrasó y sin embargo como respetaba las creencias religiosas, puso centinelas en el sepulcro del Apóstol para que no fuese destruido. El ataque de Almanzor ocurrió en 997, y ya entonces estaba consolidada la fama de Santiago, ciudad a la que efectivamente acudía gente de todas partes que usaba “el camino francés” desde la frontera de ese país, camino que evitaba la ruta, hoy más natural, es decir, la de la costa, porque ésta estaba ocupada por los vascos, gente dura y difícil de tratar.
La ruta pasaba por Estella, Nájera, Burgos, Frómista, León, Rabanal del Camino, Villa Franca, Triacastela y Palaz del Rey, hasta entrar en Santiago por la puerta de los Francos. De la seguridad en el camino respondían reyes y señores feudales, orgullosos de aquel desfile interminable de gentes de todas las naciones.
Alfonso VI (1.047-1.109) apoyó a santo Domingo de la Calzada (1.019-1.109), varón llamado así por su labor de obras públicas hechas para facilitar el paso de los peregrinos. Cuando llegaban éstos a la gran nave de la basílica del Apóstol Santiago traían, con sus expresiones de fe, todo el sudor de los campos que habían atravesado. Entonces se ponía en marcha el botafumeiro, primer renovador de aire que existe en la historia, distribuyendo humaradas de incienso de punta a punta de la nave para evitar el ahogo de aquellos hombres.
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