Un informe reciente del secretario general de la ONU, Kofi Annan, revela que los asesinatos en masa, las ejecuciones extrajudiciales y las detenciones ilegales son moneda corriente en el Congo. En la región de Kivu, al este de la República Democrática del Congo, en realidad el asesino podría ser cualquiera. Ya nadie sabe quién está de qué lado. Al amparo de los bosques y a la sombra de los grandes frentes, torturan, matan, violan y saquean las milicias, los bandoleros y los grupos étnicos enfrentados, pero también lo hacen los propios ejércitos de las principales facciones. Esta tierra está siendo asolada desde agosto de 1998 por la “Primera Guerra Mundial Africana”, una guerra que es casi desconocida en Europa. Hasta el momento, considerando únicamente la región dominada por los rebeldes, en la parte oriental del país, la guerra se ha cobrado 2,5 millones de vidas. Se estima que un tercio de las víctimas eran niños. En la región de Kalemie, según Médicos Sin Fronteras, tres de cada cuatro niños mueren antes de alcanzar su segundo año de vida. A esto se le suman más de 2 millones de desplazados y 16 millones de personas que padecen hambre y enfermedades. Claude Jibidar explica que ya hay más adultos desnutridos que niños desnutridos. “¿Por qué? Lisa y llanamente, porque los niños están muertos”. El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas habla de “una de las peores crisis humanitarias del planeta”.
En el Congo han apostado sus tropas siete naciones africanas. El ejército del gobierno es apoyado por tres Estados vecinos, Zimbabwe, Angola y Namibia. En cambio, las regiones norte y este están ocupadas por dos grandes movimientos rebeldes y por decenas de miles de soldados provenientes de dos países limítrofes orientales, Ruanda y Uganda. Pero en la guerra hay otras facciones. Desde hace un largo tiempo, las corporaciones industriales occidentales explotan salvajemente las materias primas de este coloso centroafricano y no dudan en financiar a los rebeldes y a los ejércitos. Incluso a veces trabajan codo a codo con ellos. Porque es mucho el dinero que está en juego.
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