García Ximénez |
García Ximénez (724-758) preparó un plan estratégico de combate tan pronto como tuvo noticia de que Abdemelic venía de Córdoba hacia Huesca dispuesto a reducir la población de los Pirineos. El resultado fue que los guerreros montañeses de García Ximénez pusieron en fuga al resto del ejército de Abdemelic, que se retiró diezmado y derrotado hacia Huesca. Que esto ocurrió lo atestiguan tanto la Crónica Mozárabe y la Crónica árabe de Córdoba como el hecho de que durante siglos se ha venido conmemorando con una romería religiosa y popular la derrota de los moros en el lugar de la batalla, a la vista de Ainza, justo en el emplazamiento de la Cruz de piedra que recuerda la encina sobre la que se vio una Cruz milagrosa el día de la batalla, el 14 de septiembre del año del Señor de 734. Así fue el comienzo del nuevo reino de Sobrarbe y de la dinastía de sus reyes que duraría desde el año 734 hasta 1149, ya que el 20 de abril de este año Ramón Berenguer, en una escritura notarial, dice: «Yo don Ramón Berenguer, haciendo oficio y veces y ocupando el lugar de Rey, así en el reino de Sobrarbe como en el de Aragón por mi amada esposa y consorte…». (Este documento fue transcrito por el cronista Juan Bris en su Historia de San Juan de la Peña y de los reyes de Aragón, libro impreso en Zaragoza en el año de 1628).
San Juan de la Peña |
Muchos autores han visto en el suceso de San Juan de la Peña, con la derrota del ejército de Abdemelic y el nacimiento del reino de Sobrarbe, una gran semejanza con el episodio de Covadonga, cuando tuvo lugar la derrota de los invasores moros y el nacimiento del reino de Asturias. Fray Justo Pérez de Urbel dice: “Parece como un eco del suceso de Covadonga”. Y Sánchez Albornoz declara: “Otra vez Guadalete y Covadonga”. Pero el caso , dice el catedrático José María de Mena, es que no es una leyenda porque hay por medio los testimonios de los propios árabes sobre el desastre del ejército de Abdemelic y cómo se dejaron en los Pirineos, muchos de sus guerreros, su prestigio y honores. No se trata de una leyenda sino noticia de página de sucesos, con un ejército destrozado y parte de sus efectivos muertos. Tras la batalla ganada por los cristianos, la cueva de San Juan de la Peña se convirtió en un centro patrimonial del nuevo reino, con un monasterio y un panteón de los reyes, otro testimonio de la realidad hecho de piedra, de tumbas y de rezos.
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