Symphorien Champier |
Symphorien Champier escribe en 1510:“El señor debe tomar comodidad y deleite en las cosas que a sus hombres producen sufrimiento y trabajo”. Su papel es “mantenerse firme porque por el pavor que las gentes del pueblo tienen a los caballeros, laboran y cultivan las tierras, por pavor y temor a ser destruidas”. En cuanto a Tomás Moro, que rechaza la sociedad de su tiempo, situándose no obstante en una imaginaria “Utopía”, afirma que “la pobreza del pueblo es la defensa de la monarquía… La indigencia y la miseria privan de todo valor, embrutecen las almas, las acomodan al sufrimiento y a la esclavitud y las oprimen hasta el punto de privarlas de toda energía para sacudir el yugo”.Sartre escribe que “todos los hombres tienen miedo. Todos. El que no tiene miedo no es normal, eso no tiene nada que ver con el valor”.
Jean Delumeau |
La necesidad de seguridad está en la base de la afectividad y de la moral humanas. El compañero, el ángel guardián, el amigo, el ser benéfico es siempre aquel que difunde seguridad, dice Jean Delumeau.
El animal no anticipa su muerte. El hombre sabe que morirá. Es, por tanto, “el único en el mundo que conoce el miedo en un grado tan temible y duradero”. Además, observa R. Caillois, el miedo de las especies animales es único, idéntico a sí mismo, inmutable: el de ser devorado. “Mientras que el miedo humano, hijo de nuestra imaginación, no es uno sino múltiple, no es fijo sino perpetuamente cambiante”.
En los Cuentos de la Bécasse, Maupassant describe el miedo como una “sensación atroz, una descomposición del alma, un espasmo horrible del pensamiento y del corazón cuyo solo recuerdo proporciona al alma estremecimientos de angustia”. A causa de sus efectos a veces desastrosos, Descartes lo identifica con la cobardía, contra la que no podríamos acorazarnos suficientemente de antemano.Simenon declara que el miedo es un “enemigo más peligroso que todos los demás”.
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