Hannah Arendt |
La rebelión en los paises comunistas se inició fundamentalmente entre los de la generación más joven. No sólo no funcionaron los sobornos, sino que el auge de las ideologías y movimientos totalitarios siempre había hasta ahora atraído a la intelectualidad, y la experiencia ha mostrado que a nadie puede sobornarse con tanta facilidad y atemorizarse sumisamente hasta el sinsentido, como a los académicos, escritores y artistas. Escribe la filósofa Hannah Arendt que la voz del Este de Europa, hablando con tanta sencillez y llaneza de libertad y verdad, sonó como una última afirmación de que la naturaleza humana es incambiable, de que el nihilismo será vano, de que incluso en ausencia de toda enseñanza y en presencia de un abrumador adoctrinamiento el anhelo de libertad y de verdad surgirán siempre del corazón y de la mente del hombre.
La gente marcha en las calles de Budapest durante el levantamiento húngaro contra el comunismo en 1956 |
En el informe sobre el problema de Hungría de Naciones Unidas cita las palabras de una joven estudiante: “Aunque pudiéramos carecer de pan y de otros bienes necesarios, queríamos libertad. Los jóvenes en particular nos sentíamos constreñidos porque nos habíamos educado entre mentiras. Continuamente teníamos que mentir. No podíamos tener una idea sana porque todo se nos imponía. Queríamos libertad de pensamiento”.
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