Por más que a posteriori el comunismo soviético se haya considerado un horroroso paréntesis en la historia de Rusia y del mundo, generaciones enteras de izquierdistas se sintieron fascinados por los objetivos de su proyecto utópico totalitario. Millones de ciudadanos soviéticos contribuyeron a la construcción de esa experiencia política, haciendo oídos sordos a las derivaciones genocidas de miseria y terror que comportó desde sus inicios.
Millones de personas se sintieron deslumbradas en la época por el comunismo, fascismo o el nacionalsocialismo. Las reflexiones sobre los totalitarismos a menudo han perdido de vista los nutridos apoyos sociales que confirieron a dictadores como Lenin, Stalin, Mussolini y Hitler.
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