El orden legal, y por tanto las zonas en las que la violencia estatal es quien en definitiva obliga al cumplimiento de las normas, se ha expandido hasta definir y regular casi todos los aspectos posibles de la actividad humana. Por lo tanto, dice el antropólogo norteamericano David Graebe, acabamos con normas que prescriben todo, desde dónde podemos servir o consumir cada tipo de bebida a cómo trabajar, cuándo podemos o no salir del trabajo o el tamaño de las vallas publicitarias de la calle. La amenaza de la fuerza penetra prácticamente todos los aspectos de nuestra existencia, de modos que hubieran sido sencillamente inconcebibles bajo el dominio de Heliogábalo, Gengis Kan o Solimán el Magnífico.
martes, 10 de septiembre de 2019
La amenaza de la fuerza penetra prácticamente todos los aspectos de nuestra existencia
El orden legal, y por tanto las zonas en las que la violencia estatal es quien en definitiva obliga al cumplimiento de las normas, se ha expandido hasta definir y regular casi todos los aspectos posibles de la actividad humana. Por lo tanto, dice el antropólogo norteamericano David Graebe, acabamos con normas que prescriben todo, desde dónde podemos servir o consumir cada tipo de bebida a cómo trabajar, cuándo podemos o no salir del trabajo o el tamaño de las vallas publicitarias de la calle. La amenaza de la fuerza penetra prácticamente todos los aspectos de nuestra existencia, de modos que hubieran sido sencillamente inconcebibles bajo el dominio de Heliogábalo, Gengis Kan o Solimán el Magnífico.
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