sábado, 22 de septiembre de 2018

El primer deber de un intelectual es ser libre.

Mario Vargas Llosa
Mario Vargas Llosa hablando de Pablo Neruda, seudónimo de Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto, se pregunta ¿Cómo pudo ser la misma persona que revolucionó de este modo la poesía de la lengua el disciplinado militante que escribió poemas en loor de Stalin y a quien todos los crímenes del estalinismo, las purgas, los campos, los juicios fraguados, las matanzas, la esclerosis del marxismo, no produjeron la menor turbación ética, ninguno de los conflictos y dilemas en que sumieron a
Pablo Neruda.
tantos artistas? Toda la dimensión política de la obra de Neruda se resiente del mismo esquematismo conformista de su militancia. No hubo en él duplicidad moral, su visión del mundo, como político y como escritor (cuando escribía de política) era maniquea y dogmática.


Alejo Carpentier.
Y añade Vargas Llosa, ni Neruda ni Carpentier me parecen haber cumplido aquella función cívica como cumplieron la artística. Mi reproche, a ellos y a quienes, como lo hicieron ellos, creen que la responsabilidad de un intelectual de izquierda consiste en ponerse al servicio incondicional de un partido o un régimen de esta etiqueta, no es que fueran comunistas. Es que lo fueran de una manera indigna de un escritor. Sin reelaborar por cuenta propia, cotejándolos con los hechos, las ideas, anatemas, estereotipos o consignas que promocionan; que lo fueran sin imaginación y sin espíritu crítico, abdicando del primer deber del intelectual: ser libre.

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