lunes, 24 de septiembre de 2018

El control del buen uso de la ciencia moderna y de sus efectos se nos escapa, e inquieta su poder sin freno.

Jacques Testard
En el ámbito de la ecología y más aún en el de la bioética, se han creado durante los últimos años comités de sabios cuya principal razón de ser es el permitir una autorreflexión de la ciencia sobre sí misma. Muchos científicos hoy en día se muestran críticos con las nefastas consecuencias generadas por sus trabajos. Por ejemplo  Jacques Testard, biólogo famoso en Francia, quien cerró su laboratorio para dar visibilidad al hecho de que sus propias investigaciones en el campo de la reproducción asistida o la clonación podrían tener consecuencias.

Industrialización de la agricultura.
Para muchos ecologistas, es evidente que los perjuicios que comporta un tsunami no son nada en comparación con las amenazas que suponen para la supervivencia de la especie humana la industrialización de la agricultura o la proliferación de centrales nucleares. E incluso en aquellos supuestos en los que el origen del mal está evidentemente en la naturaleza, como en el caso de grandes epidemias, se considera que la mano del hombre es la que las convierte en potencialmente devastadoras.

El investigador Luc Ferry dice que no se trata tanto de controlar la naturaleza, cuanto una ciencia y una investigacion asociadas con la imagen del aprendiz de brujo, puesto que, por primera vez en la historia, ambas han proporcionado a la humanidad los medios para proceder a su propia destrucción. El control del buen uso de la ciencia moderna y de sus efectos se nos escapa, e inquieta su poder sin freno.



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