Durante las últimas décadas hemos hecho más caso que nunca a los economistas. Este período, sin embargo, ha sido testigo de numerosas crisis. La crisis financiera mundial de 2008, la peor crisis desde la Gran Depresión. Para todos fue una absoluta conmoción. Y los tipos de modelos económicos no solo han fallado en lo tocante a las predicciones, sino que rara vez han acertado al aplicarse a la realidad pura y dura.
Cuando se desató la crisis financiera en el otoño de 2008, la reina Isabel II visitó la London School of Economics. Los expertos allí reunidos describieron el desastre en curso. La reina se mostró sorprendida. “¿Por qué nadie vio venir la crisis?”, preguntó. Era una buena pregunta. Dios creó a los economistas para dar a los astrólogos una mejor reputación, decía el economista John Kenneth Galbraith. Robert Lucas, un economista estadounidense ganador del Premio Nobel, se sintió obligado a responder a la reina. En la revista The Economist, explicó que los economistas no predijeron la crisis porque habían predicho que ese tipo de sucesos no podían ser predichos.
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