domingo, 9 de septiembre de 2018

La presente globalización de la cultura es un fenómeno de occidentalización del mundo.


La presente globalización de la cultura es, en alta proporción, un fenómeno de occidentalización del mundo. No se quiere decir que Europa y EE. UU. sigan siendo los únicos actores de la escena internacional sino que, aunque otras potencias asuman en el futuro un amplio protagonismo económico, Occidente está universalizando por todos los rincones del planeta sus instituciones y su concepto de ciudadanía. Instituciones como los derechos humanos, el Estado de Derecho, la democracia, el liberalismo, la economía de mercado o el estado del bienestar; y una idea igualitaria y secularizada de ciudadanía, en virtud de la cual, llegado cierto momento, al ciudadano mayor de edad se le reconoce capacidad crítica suficiente para escoger sin tutelas el estilo de vida que prefiera. 

Los países descolonizados durante los dos últimos siglos en América Latina, África o Asia (incluyendo la India y Brasil) han replicado las instituciones y el modelo de ciudadanía de la metrópoli; la caída del telón de acero incorporó gran número de Estados al bloque occidental (incluida Rusia); Japón es una democracia parlamentaria, las recientes revoluciones norteafricanas, en lo que tienen de ideológico, promueven reformas para occidentalizar sus países, etcétera.

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