Murray Jackson define la culpa como un estado mental angustioso que surge cuando uno siente que ha hecho daño de forma equivocada. La culpa persecutoria implica una fantasía según la cual se producirá un castigo exactamente equivalente a las lesiones y perjuicios infligidas sobre la víctima (Klein, 1927). La culpa persecutoria conlleva el temor a una represalia peligrosa por parte del otro y, por lo tanto, un temor por la supervivencia de un yo que se siente gravemente amenazado (Robert Hinshelwood). La teoría psicoanalítica describe la culpa “depresiva” como un logro de la maduración de la personalidad en el que uno se da cuenta de que ha provocado un daño a los objetos amados y existe una preocupación por los demás que supera a la preocupación exclusiva por la propia seguridad (Klein, 1940).
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