martes, 25 de septiembre de 2018

La Corona nunca ha traicionado la Constitución. Los nacionalistas, si.

El rey dice que el Estado debe restaurar el “orden constitucional” en Cataluña
A los separatistas catalanes no les interesan nada ni el perfil del nuevo rey, ni sus esfuerzos por desvincularse de su cuñado y de la corrupción. Lo que atacan es el suelo democrático de la institución. La voluntad soberana de los españoles, que en 1978 aceptaron la monarquía parlamentaria como forma política del Estado. La monarquía se ha convertido en un símbolo de la España democrática. En un objetivo a batir. La corona nunca ha buscado desbordar la función simbólica que le otorga la Constitución. Nunca ha traicionado la letra y el espíritu de la Transición. Los nacionalistas, sí.

Cayetana Álvarez de Toledo escribe que el populismo español tiene muchos tíos y abuelos, pero su padre es
Zapatero y Maduro.
Zapatero. Frívolo y sectario, apadrinó la centrifugación del Estado. Aquella famosa frase: “Pascual, aceptaré el Estatuto que venga de Cataluña…”; legalizó al brazo político de ETA, sin exigir a cambio ni la entrega de las armas ni la condena de los asesinatos. Impulsó una interpretación revanchista de la Memoria Histórica y la plasmó en una ley innecesaria. Su objetivo era el arrinconamiento de la derecha detrás de lo que uno de sus 
seguidores calificó como “un cordón sanitario”. Las políticas de Zapatero dieron alas al discurso nacionalista y sentaron las bases ideológicas para la irrupción de Podemos. La cercanía que hoy demuestra con el dictador venezolano Nicolás Maduro no es una casualidad.



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