La actitud de las autoridades chinas, según Aaron Ma, investigador con sede en Asia per Open Doors International, demuestra que los cristianos son un enigma para el Partido Comunista Chino: “El PCC cree que la Iglesia sea una fuerza desestabilizadora, pero no porque sea mala; de hecho, las comunidades y las autoridades locales tienden a creer que
los cristianos son buenas personas. Algunos sugieren que, ya que la fidelidad de los cristianos es ante todo y antes a Dios y no al Partido comunista, existe un conflicto de intereses que el Partido considera pueda obstaculizar potencialmente el proceso de unificación. Otros están más preocupados de lo que perciben como un potencial caos que deriva del gran número de cristianos”.
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