El verdadero optimista tiene bien presente a lo largo de su existencia que “la vida es tan importante en sí misma como para no darle excesiva importancia a casi nada, ya que, si malogras tu vida, lo malogras todo”. Los optimistas creen que los sucesos negativos son sólo temporales y no permiten que afecten al conjunto de su actitud respecto a sí mismos y el mundo.
En abril de 2006 la Universidad de Yale afirmaba que había demostrado que la gente optimista vive en promedio 7,6 años más, lo que certifica que ser optimista es tan importante como tener buenos genes y hábitos saludables.
Un optimista auténtico es una persona habitualmente dichosa, a pesar de los problemas, sinsabores y reveses de la vida. Por mal que estén las cosas, sabe encontrar soluciones eficaces y no romperse, ayudado por su inteligencia práctica, su gran sentido del humor, sentido común y coherencia; pero sobre todo por su tozudez en vivir el día a día disfrutando de la existencia que le ha tocado vivir, sean cuales fueran sus circunstancias. Los optimistas se recuperan pronto de las adversidades y siguen adelante.
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