Ernst Friedrich Schumacher pensaba que los hombres somos homo viator, hombres creados con un propósito. La falta de reconocimiento de este hecho constituye el origen de los males de la sociedad. El hombre consciente de ser un homo viator descubrirá fuera de si mismo el fin de la propia vida, y esta pasará a considerarse una existencia objetiva que exige una desinteresada valoración, e interacción, con la realidad, Y puesto que el hombre ha sido creado para un fin concreto, tiene el deber de lograr ese fin para el que se le creó, él es el único responsable de sus actos.
Para Schumacher Freud, Marx y Einstein eran los principales responsables de la negativa del hombre de nuestros días a aceptar la responsabilidad individual. La teoría de Freud según la cual el conocimiento está sometido a la compleja interacción del ego y el ello, los cuales a su vez están sometidos a imperativos sexuales, había subjetivizado el conocimiento hasta centralizarlo en uno mismo. Esto implica que la autorealización está por encima de los demás.
Marx hizo de la burguesía el chivo expiatorio, sustituyó la responsabilidad personal por el odio hacia los otros. Si la sociedad fallaba siempre se podía culpar a alguien. Einstein había logrado socavar la fe en lo absoluto con su insistencia en la relatividad de todas las cosas. La aplicación de este relativismo en el campo de la moral lleva necesariamente al rechazo de toda moralidad, a excepción de lo que cada uno le pareciera personalmente conveniente.
Schumacher decía que una vez aceptado que el hombre ha sido creado por Dios para un propósito determinado, la política, la economía y el arte solo tienen valor en la medida en que sirven para ayudar al hombre a alcanzar ese último plano de su existencia que es su fin. Para el hombre de nuestros días que ignora el propósito para el que fue creado, la única función de la economía, la política y el arte es la de satisfacer su consumismo, sus instintos animales y su deseo de poder. Para Schumacher, escribe Barbara Wood, cualquier arte, la música, la pintura, la literatura, tiene como propósito elevar el alma. Y si no lo hace, no cumple su función.
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