John Ford (1894-1973) es uno de los grandes directores de la historia del cine. Fue un católico con un actor fetiche, John Wayne, que también murió católico. La obra de Ford es una persistente exaltación de todo aquello que hace grande al hombre y a la humanidad. Para Ford, la libertad no tiene valor en sí misma a no ser que se ponga al servicio de sus hermanos humanos. En las películas de Ford se lucha, se mata, se hace la guerra, pero por una única razón, para que se puedan tañer de nuevo las campanas y abrir de nuevo el baile. Para que un día la vida pueda ser dulce de nuevo.
La fe es un elemento central en la obra de Ford, en la que abundan las citas bíblicas, los signos de la cruz, las homilías improvisadas al pie de la tumba, como en Las uvas de la ira, cuando un anciano pastor medio loco dice esta frase sublime y totalmente fordiana: "Todo lo que vive es santo". ¿Quién otro salvo Ford podría haber transformado, en la película Tres padrinos, a tres bandidos en reyes magos guiados por una estrella para cuidar de un niño desconocido? Esta fe explica muy bien su apego a las tradiciones, que son como un signo de eternidad en la fugacidad de nuestras vidas humanas, como explica también el espíritu infantil que celebra siempre que puede y que expresa con su humor bondadoso y tierno; o también la gran misericordia por los hombres que se desprende de su cine, que quiere creer que incluso en las situaciones más arduas, el hombre sigue siendo capaz de lo mejor, por lo que es merecedor de ser amado a pesar incluso de su debilidad e indignidad. La fe también explica su atención hacia los débiles y los humillados de todo tipo. La fe explica que, entre los grandes autores de westerns, y mucho antes de que estuviera de moda, fuera el primero en subrayar la dignidad fundamental de los nativos americanos, denunciando las injusticias que se les infligieron. Y que, a pesar del apego de muchos de sus personajes al viejo Sur y sus valores, Ford siempre denunciara con vigor todo tipo de racismo. En El sargento negro (1960), primer western en el que el héroe era un negro, injustamente acusado de violación, hace escuchar su réplica: "Si el color de la piel de un hombre puede influir en el juicio de este tribunal, ¡entonces es el tribunal al que hay que juzgar, no al soldado!". Acérrimo republicano y autor de películas a veces contestatarias. De John Ford podríamos decir que no es ni de derechas ni de izquierdas, ¡cristiano!
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