Gracias a la experiencia y al estudio del medio natural, reconocemos que la naturaleza tiene una finalidad y un orden interno propios, con sus leyes, sus ritmos y ciclos. Ese orden interno viene a ser como una “gramática” que debemos respetar si queremos relacionarnos adecuadamente con la naturaleza. En palabras de Benedicto XVI, “el ambiente natural no es sólo materia disponible a nuestro gusto, sino obra admirable del Creador y que lleva en sí una “gramática” que indica finalidad y criterios para un uso inteligente, no instrumental y arbitrario”. Comprendemos que la propia libertad no es absoluta y lleva al respeto de ese orden inscrito en la naturaleza.
El profesor Gregorio Guitián escribe que “los seres humanos no somos un elemento artificial de este mundo; no nos hemos creado a nosotros mismos ni nos hemos situado en este mundo por una decisión de nuestra libertad. Somos parte de la creación. Y si es así, ¿no es coherente que el ser humano también posea un orden y finalidad internas, como una “gramática” intrínseca que lo orienta a un objetivo que ha de alcanzar de manera inteligente y libre? En el ser humano hay más que cuidado de la salud. En nuestro corazón encontramos un deseo irresistible de felicidad. Aunque todo el mundo busca la felicidad, hay mucha infelicidad en este mundo. Eso es percibido por todos como un mal, como la privación del bien adecuado al ser humano. No todo aquello que el hombre ama y estima ser la clave de la felicidad lo es en realidad, ni todos los caminos que parecen llevar a la felicidad terminan en ella, las apariencias y los espejismos abundan. Personas de todos los tiempos que han perseguido una vida de placer, bienestar y riquezas afirman desde lo más íntimo de sus corazones que son infelices.La experiencia de toda persona que sufre en carne propia los estragos del mal moral puede servir para captar que existe un orden moral no subjetivo”.
La ley natural está presente en el corazón de todo hombre y establecida por la razón y es algo a lo que todos tenemos acceso directo porque forma parte de nuestra naturaleza.Cada persona cuenta con las fuerzas de la razón y del corazón para esa búsqueda.Existe el testimonio de la vida de miles y miles de hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, se han esforzado por vivir conforme a ese orden moral. Son personas que han alcanzado una excelencia humana de vida, un amor y una felicidad tales, que causa admiración al mundo y es imposible de negar.
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