Dante convierte el universo en una sonrisa:
Todo cuanto veía parecíame una sonrisa
del universo, tal era la venturosa embriaguez
que me invadía por el oído y la vista
Oh santa alegría, gozo inefable,
oh vida entera de paz y de amor,
oh, sin deseo, segura abundancia
La eterna primavera que florece en las orillas del río paradisiaco es una sonrisa. Los elegidos son pura sonrisa, pues de hecho, no son más que luz y amor. La Virgen María, que concederá a Dante la gracia de contemplar a Dios, sonríe también, en el centro de la rosa mística:
Y allí vi, al fin, ante sus juegos y sus cantos,
sonreír a una beldad que infundía alegría
en los ojos de todos los demás santos
Por último la sonrisa vuelve al seno del propio Dios, de donde procede. La Trinidad que no es más que una sonrisa., la de Dios contemplándose, amándose y sonriéndose. No hay nada, absolutamente nada, en toda la literatura, comparable a esto:
Oh luz eterna, que solo en Ti resides,
y sola Te comprendes, y que comprendiéndote
y por Ti comprendida, Te amas y sonríes
Después del sufrimiento, el pecado y la muerte, llegamos a la sonrisa eterna de Dios.
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