Si los productos adecuados se fabrican de la forma adecuada, en las cantidades adecuadas y llegan a las personas adecuadas, esto es, las que más los valoran, ya no hay espacio para un aumento de la eficiencia. Por decirlo de otro modo, “no puedes ser más eficiente de lo que ya lo es un mercado perfectamente competitivo”. Y todo se desprende con total naturalidad de la verdad que yace en el sistema de precios, estos son el verdadero reflejo del coste para las empresas y también el verdadero reflejo del valor para los clientes, escribe Tim Harford, economista y columnista británico.
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